Justo allí. Debajo de un pequeño baúl de los que son antiguos y llenos de sabor. Primero asomaba una esquina, después Pablo cogió el papel. Y Lourdes dio palmas… Tenían nueve perfectos años, eran hermanos. En aquel momento los hermanos más felices del mundo!
Era un cartel! Un precioso cartel taurino.. De lo más bonitos que jamás hubieran visto. Era el cartel de la reaparición de Talavante. Él y seis toros de diferentes ganaderías en una tarde para la leyenda. Sería al inicio del dorado mes de septiembre, en una plaza andaluza de gran hermosura! Y arte!
El dueño de la cabaña, un montañero de muy noble corazón y espíritu de guerrero del bien, echaba de menos su composición. Para regalar a un ser muy querido se había inventado un cartel que, si hubiera sido real, pondría en danza a cada corazón taurino. Los niños, mientras, sonreían felices…
Se preguntaba el montañero dónde habría dejado su obra, incluso lo consultó con el genio del lugar, que en verdad era su padre.. Pablo y Lourdes soñaban con muletas y jugaban a la vera del río. Se ponía la tarde de verano, en calma, y la ilusión era grande.. La faena talavantina casi se disfrutaba ya..
A Talavante
A los talavantinos
A las personas que son capaces de disfrutar las cosas: sin quejarse, con agradecimiento
A genios.
A Pablo
A Luis
A mis amigos ganaderos y a los ganaderos
A la ilusión
A Lourdes
A los que hacen bellos carteles taurinos
A guerreros del bien y la montaña
Y a cualquiera que disfruta de y con sus hermanos, el mejor regalo de la vida
