En Yucatán vivimos en julio de 2018, hace un año ya, elecciones concurrentes, es decir renovamos a nivel federal, presidente, senadores y diputados federales así como lo fue a nivel local Gobernador del Estado, diputados locales y presidentes municipales con sus respectivos cabildos, adicional, fue la primera elección en donde varios presidentes municipales pudieron reelegirse inmediatamente, con las consecuentes situaciones inéditas que tuvieron que ser subsanados por la autoridad electoral para que pudiera darse la competencia en igualdad de circunstancias entre quienes pretendían darle continuidad a su administración y quienes pretendían llegar para encabezar una nueva; legislaciones habremos de actualizar para que no se presenten las mismas nuevamente.
Nos ocupa hoy el Gobierno del Estado, ya que la actual legislatura viene cumpliendo sus labores, unas veces siendo contra peso del Ejecutivo y las otras trabajando para que haya armonía entre dos poderes que se deben complementar; como dijimos al inicio de este párrafo nos enfocaremos en la actuación del Gobierno del Estado y sus funcionarios que aún no empiezan a gobernar a los yucatecos, sino por el contrario, se siente y parece ser que a un año de su victoria y a 9 meses de tomar posesión constitucional, que el objetivo era, quítate tú y me pongo yo, que lo que menos importa es el pueblo, el ciudadano, que creyendo en un cambio salió a votar, como es costumbre del yucateco, de manera muy participativa y diferenciada para la que aspiraba a nivel País y deseada a nivel Estado.
Bien común, es como le llaman ideológicamente a su forma de gobernar las administraciones panistas; paradójicamente aquí en Yucatán ni se ha hecho bien y lo que se ha realizado no ha sido para la comunidad en general, pues no podemos hablar de bien común cuando las promesas y esperanzas de cambio han quedado en el olvido, no podemos hablar de bien común cuando el titular del Ejecutivo delega responsabilidades inherentes a su investidura, a funcionarios que tienen que asumir compromisos porque simplemente el mandatario no los asume; no se puede hablar de bien común cuando hay secretarios de gabinete que desentendiéndose de sus labores, atienden con celeridad y prioridad los asuntos como los relacionados con la pesca deportiva y los placeres que esta proporciona, no se puede hablar de bien común cuando desde el inicio de tu administración forzaste y obligaste a la renuncia laboral a cientos de trabajadores y sus familias, cuando su único delito era haber sido institucionales, administración tras administración, sorprendentemente más aún hasta quienes venían de la administración del tristemente célebre Patricio Patrón Laviada, no se puede hablar de bien común cuando las dependencias echan culpa de la falta de recursos para operar sus propios programas a acciones de administraciones pasadas; el ejercicio fiscal 2019, inicio en Enero y ya tenían entonces tres meses en el gobierno para disponer de la totalidad de recursos y operarlos bajo las reglas de operación de que son objeto dichos Programas, no se puede hablar de bien común cuando el Gobernador, quien debiera ser el líder de Yucatán sale esporádicamente a algún municipio para encabezar algún aislado evento o hacer algún aviso que se pierde en el mar de necesidades de la gente del campo, no se puede hablar de bien común cuando el ciudadano de a pie, es tratado con arrogancia y dureza en las oficinas gubernamentales por el simple hecho de haber osado hacer un trámite.
Finalmente no podemos hablar de bien común, cuando el Gobernador, es sin lugar a dudas en todo el país, el Gobernador mas viajero hacia el extranjero y por ende el más ausente en su entidad; este último título ganado a pulso porque gobernar un estado no cualquiera lo hace, pasar una noche en un municipio para tomarse una selfie y subirlo a las redes sí, lo hace Mauricio Vila y sus funcionarios, es cuánto.
