El silencio que lloró…

Cristina Padin
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El silencio de Sevilla y el silencio de Madrid eran muy buenos amigos. Conversaban juntos, viajaban con frecuencia, y compartían vino y café. Además los dos eran muy taurinos: uno adoraba a Morante y otro a Talavante.

Y también al torero nuevo..

Y aquella semana se juntaron en la bella ciudad de Granada y, paseando por esas calles de historia y arte, hablaron sobre el capote, las arrucinas, el vuelo de la muleta, el temple. Qué hermosura el toreo! Alma, tradición, lo nuestro!

El silencio de Madrid, ciertamente, poseía menos experiencia en el tema que el de Sevilla. El silencio de Sevilla narró y narró.. era verso, era duende, era albahaca, era agua fresca, era rezo, era soneto. Y el silencio de Madrid, escuchando, lloró…

Iba a dedicar el cuento a la chica de Blablacar que se creía lo mejor del mundo y no dejó hablar a nadie.. pero no, mejor no!
A mi hermana
A Lorena
A Hernán y Aldan, excelentes compañeros del Blablacar
Al silencio
A Sevilla
A Morante
A mi mago
A Granada. A Carlos
A Luis
Al jefe

Cristina Padin
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