Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham
Dicen que la práctica
hace al maestro y quizá esta sea una de las máximas más acertadas y menos
discutidas, además de que su contenido es aplicable a cualquier ámbito de
desempeño. Y es que basta con recabar el testimonio de cualquier profesionista
de carrera respetable para dar cuenta de lo indispensable que resulta el
invertir dedicación laboriosa para lograr dominar con pericia una determinada
disciplina. Incluso las artes y el deporte dan fe de la importancia de la
práctica para aspirar al reconocimiento de propios y extraños. De no ser así,
sería inútil el que un pintor dedique largas jornadas al perfeccionamiento de
sus trazos sobre el lienzo, o sería absurdo que los equipos de futbol
entrenaran arduamente a diario con el propósito de mejorar su rendimiento
físico en la cancha.
Ahí tenemos el claro
ejemplo de los pilotos de aviación, quienes requieren un cierto número mínimo
de horas de vuelo acreditadas para poder aspirar a ocupar puestos de trabajo en
prestigiosas aerolíneas. Seguramente nadie quisiera abordar un avión a
sabiendas de que un inexperto capitán será el encargado de llevarlo a su
destino. Pues bien, la valiosa práctica no es exclusivamente útil para
desarrollar habilidades de impacto en el rubro de los negocios o en el campo
profesional.
La misma dosis de
compromiso, diligencia y determinación es imprescindible para alcanzar el
crecimiento en aquellas cualidades que abonan a nuestra formación humana. Sin
duda, las virtudes se nutren en la medida que se emplean de modo habitual, de
la misma manera que los músculos del cuerpo adquieren fortaleza al ser
sometidos a exigencias físicas. La acción hace al hábito y el hábito hace a la
virtud. En un sentido inverso, el mal acto repetido induce al vicio.
Sin embargo, no solo hago
referencia a los valores que son tan trascendentales y demandados en la
sociedad actual, puesto que es evidente la imperiosa necesidad de la práctica
para ser virtuosos. En adición, existen otras aptitudes que debemos practicar
para crecer en ellas. Este proceso debe llevarse a cabo de manera consciente
con el fin de tener un seguimiento cabal para obtener resultados evaluables. Se
trata de un plan personal que debe ser tomado con absoluta seriedad. El
autoconocimiento es fundamental para esta tarea.
Por mencionar un ejemplo,
la comunicación asertiva es una herramienta de enorme provecho para la
construcción de relaciones interpersonales sanas. Es justo decir que se trata
de una habilidad escaza, debido a la falta de empatía presente en los círculos
sociales. Cuando somos capaces de sostener un diálogo abierto con apoyo en el
respeto, los resultados son extraordinarios. La asertividad es la
contraposición del egoísmo y a través de ella podemos convertirnos en seres
mucho más productivos, porque la comunicación efectiva es la mejor manera de
intercambiar ideas que más tarde podrán materializarse en proyectos en
beneficio de la comunidad. En este sentido, el liderazgo se va tejiendo con el
paso de los años y por supuesto con el ejercicio habitual del mismo. Solo el
cúmulo de experiencias nos puede convertir en auténticos líderes. Nuevamente es
un proceso tedioso que requiere de paciencia y, desde luego, de compromiso
inquebrantable.
Decidámonos a poner en
práctica todas las herramientas que creamos necesarias para ser mejores
personas y mejores profesionistas. Este es un deber para con nosotros mismos,
pero que tiene un tremendo impacto en nuestro entorno. Este mundo exige más
individuos virtuosos que se comprometan a ser el cambio transformador que nos
lleve hacia el progreso generacional.